domingo, 20 de junio de 2010

Comunicado de prensa:


Los familiares de los presos estamos

de acuerdo con Georgina Barbarossa


El 24 de marzo de 2003, un Tribunal Oral de la Capital Federal condenó a Ernesto Gómez a la pena de dieciséis años de prisión. Para ese entonces ya llevaba detenido, en prisión preventiva, casi dos años. La causa había tenido amplia repercusión en todos los medios de comunicación, porque se lo acusaba de haber participado en el asesinato de Miguel Lecuna, ex marido de la actriz Georgina Barbarossa.

Ya pasaron siete años de la condena y fueron casi nueve años los que Ernesto Gómez estuvo en prisión, por lo que llegó el momento en el que le corresponde acceder a las salidas transitorias, un derecho que por ley posee cualquier persona que fue privada de su libertad y se encuentra cumpliendo una condena.

Ese momento llegó, tal como dice la ley, luego de que cumpliera la mitad del tiempo de la pena. Pero a este requerimiento, la ley le agrega un plus: quien desee gozar de su derecho, debe haber sido calificado con conducta “ejemplar” o “muy buena” por el Consejo Correccional, que funciona en cada penal y que depende del Servicio Penitenciario. Gómez fue calificado con un 10 en conducta y un 7 en concepto, por lo que no existía impedimento alguno para que un juez le negara su derecho a las salidas. Y así fue, no se las negaron.

Días atrás se alzaron ahora muchas voces, desde distintos ámbitos, para debatir este tema. Y de todas estas voces, nosotras rescatamos, y compartimos, una muy particular: la de Georgina Barbarossa. Consultada sobre la cuestión por los periodistas que aguardaban su opinión en la puerta de su casa, dijo: “Cualquier persona que esté presa y esté penada por ley merece una condena y tiene que retribuir a la sociedad por el daño que ha hecho. ¿Cómo se hace? Construyendo hospitales, escuelas o rutas".

Es verdad que tendría que cambiar el sistema, porque no puede ser que un detenido después de cometer un delito y de ser condenado caiga bajo ese tremendo régimen que lo absorbe de manera aberrante, dejándolo sin identidad alguna, sin dignidad, sin nada. Los presos pasan a ser solamente un número para el sistema y a nadie les preocupa qué hacer con ellos. Sobre todo después cuando salen en libertad

Creemos que la solución no es darles cada vez más años de condena. Pensemos todos juntos qué es lo que mejor les haría: darles estudio, trabajo, dignificarlos, ya que no saben mucho de eso, porque muy pocos tuvieron la oportunidad de acceder a todos esos derechos antes de ingresar a la cárcel.

No es tan sencilla como parece la vida dentro de un penal. Son muchas las presiones que hay que soportar. Por ejemplo, para que una persona que está presa acceda a una salida transitoria , tiene que haber cumplido la mitad de su pena, además del mencionado requisito de obtener buenas calificaciones en “concepto” y “conducta”.

Para que tengan salidas transitorias, además tienen que recorrer un largo camino de trabajo o estudio al que no todos tienen el privilegio de acceder. Pese a que se trata de un derecho de todos, en los penales dicen que hay pocos cupos de estudio y trabajo, cuando debería ser para toda la población por igual. Cuando logran obtener la autorización para las salidas transitorias, primero tienen permiso por 24 horas y luego, por 72 horas. Según considere el juez, salen solos ó acompañados.

Enfrentar todo lo que implica obtener la libertad para una persona que pasó muchos años encerrada, sin contacto con su familia, con su barrio, con la responsabilidad de un trabajo, no es una tarea sencilla. Habida cuenta que de uno u otro modo las personas van a salir en libertad, ya que todas las condenas en algún momento se cumplen, entendemos que es importante que se pueda ir trabajando sobre esta “readaptación” en forma progresiva (mediante salidas transitorias, por ejemplo), con una política de acompañamiento de ese proceso. Perpetuar el encierro y el castigo no hace más que agravar el problema.

Pensemos todos juntos qué es lo mejor para todos. Es decir, para la sociedad. Porque la sociedad somos todos.

Asociación Civil Familiares de Detenidos en Cárceles Federales

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